viernes, 4 de diciembre de 2015

EL ESPIRITU DE LA CAZZARIA


Muchas cosas eran las que se decían y aún se dicen en Traslasierra de Mateo Carralda del Espíritu Santo y Andrade de Guzmán, muchas de ellas ciertas, otras muchas fruto de la imaginación de las gentes de Traslasierra. Sí es cierto que estudió derecho y que nunca ejerció la abogacía; también sabemos de su pasión por la música y que eran muchas las noches que de la casa palacio de los Carralda salía el llanto de un violín. Del mismo modo, somos sabedores de que la polio se había ensañado con su pierna derecha. Se asevera que fue el inductor del intento de robo del incunable “La Cazzaria”, de Antonio Vignali, que se encuentra en la Biblioteca Central de la vieja Batalyaws, algo que cuentan que quedó en nada gracias a las relaciones de su familia con los altos estamentos de la política y la justicia. También se sabe que era un hombre solitario, que apenas salía de la casona donde vivía con su ama de cría, Urbina. Cuentan que esta le servía la mesa con un delantal negro como única indumentaria, dejando al descubierto sus blanquísimas y enormes ubres de ama de cría. De él se dice, casi con espanto y tras el rezo de algún rosario, que los domingos compartía con Urbina, su ama de cría, un delicado vino de misa llegado de tierras reusenses y al que acompañaban con untuosas mormenteras, fruto de un recetario benedictino. Cercanas ya las dos de la tarde, y de aquí el espanto, Mateo se hacía servir un plato de ubres de lechona primeriza en salsa de oporto y guarnición de higos pasos, que era traído a la gran mesa del salón por Urbina, quien tras servir a Carralda ocupaba el otro extremo de la mesa con sus senos al aire. Tomaba asiento y en silencio acometía casi como en un ritual satánico la disección de las ubres de la lechona primeriza. Tras el almuerzo, que concluía con dulces, café y aguardiente viejo, Urbina tomaba la mano de Mateo, lo llevaba hacia el gran ventanal y lo sentaba sobre sus piernas, lo acurrucaba entre sus senos y así, como amamantándolo de nuevo, hacían la siesta.
Cada cuatro años, el 29 de febrero, el día del cumpleaños de Mateo Carralda del Espiritu Santo y Andrade de Guzmán, a la mesa llegaba placenta de vaca guisada según uno de los viejos recetarios que se guardaban en la biblioteca de la planta principal. Ese día, cuentan, Mateo comía solo y desnudo en la gran mesa y, tras el almuerzo, se retiraba al dormitorio que fuera de sus padres. De rodillas, en medio de un gran charco de orín, lloraba desesperado frente a un enorme retrato de su madre implorándole una y otra vez que le diese unas figuritas de mazapán y que le dejase besar sus pechos.

FIGURITAS DE MAZAPÁN

INGREDIENTES:
1 kg. de almendras, 1 kg. de azúcar glas, 2 yemas de huevo, 2 claras de huevo, 4 cucharadas de agua, 1 cucharada de ralladura de limón.

ELABORACIÓN:
En un cuenco ponemos la almendra molida, el azúcar, el agua, las claras de huevo y la ralladura de limón. Amasamos hasta conseguir una masa dúctil y uniforme. Una vez conseguida, tapamos con papel film y dejamos reposar durante dos horas.  Tomando pequeñas porciones creamos distintas figuras que situaremos en la bandeja del horno sobre un papel de hornear untado con aceite de girasol. Ya con las figuras sobre el papel, batimos las yemas con azúcar hasta que espumen y con un pincel napamos las figuras. Introducimos bajo el glatinador durante un minuto con el  horno precalentado a 200º


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