jueves, 26 de marzo de 2015


RODIN, EL BESO

Angiolina Custodio había viajado por los cinco continentes como azafata de vuelos trasatlánticos de la compañía Iberia, pero solo le quedaba la memoria de París, ni los clubes de jazz de Nueva Orleans, el maravilloso Delta del Ganges, con sus Kettuvallams surcando sus laberintos de agua, tampoco tenía memoria de Iguazú ni del valle de Keops… solo París en la memoria, un París cubierto por una enorme nevada. Sí, fue un temporal de nieve el que retuvo el vuelo en Paris. Y una sonrisa y una canción a la salida del hotel las que le ataron para siempre a París: ojos verdes, verdes como la albahaca, verdes como el trigo verde y el verde, verde limón…” De repente, unos ojos negros detenidos en los suyos con la misma fuerza con la que empujan al vuelo los poderosos motores de los aviones. Y voló. Voló empujada por aquellos ojos negros, y se dejó llevar hasta un pequeño café. Y ahí, las palabras, las miradas y también el primer encuentro de unas manos que jugaban a encontrarse. Hablaron de Madrid, de España y de París, la ciudad a la que acudió tras la entrada de los grises en la Complutense hacía ya tres años. Solo fue un instante el de esta memoria gris. Rápidamente, la luz de la ciudad de la luz. A París acudieron, a sus avenidas, a sus gentes, a sus jardines perfumados de boj. No, no había tiempo para la grandiosidad del Louvre ni para los elegantes palacios de Versalles, solo detuvieron sus pasos frente a la obra inacabada de alguno de los artistas de la Place du Tertre, también en la Rue du Varenne, frente al antiguo Hotel Biron, y allí, Rodin y su beso eterno, y entonces, el apasionado juego de los besos. Y de nuevo las gentes, los cafés y… y un reto, un reto en forma de casquería: Madrid o Caen. Y risas, muchas risas hasta alcanzar una de las mesas del Au Pied de Cochon, y una sugerencia irresistible: sus Tripes à la Mode de Caen. A los postres, la excitante propuesta de una copa de helado que decían La vie en rose. Desde entonces, llegado el frío, Angiolina Custodio viaja a París y lo hace a través de un plato ya eterno en su memoria. Todo esto me lo contó Angiolina, no sin rubor, frente a un plato de Tripes à la Mode de Caen, en su apartamento de la coqueta Plaza del Conde del Valle de Suchil de Madrid.




                     TRIPAS A LA MODA DE CAEN

INGREDIENTES

1kg. de callos de ternera, 1 mano de ternera troceada, 100 g. de tocino de jamón, 1 vaso de calvados o de brandy, 1 vaso de vino de Madeira, 1 vaso de sidra, 3 cebollas medianas, 2 zanahorias, 1 puerro, 1 cascote de hinojo, 4 dientes de ajo, 5 clavos de especia, 1 bouquet garni, sal y pimienta.

ELABORACIÓN

En una olla cocemos los callos y la mano de ternera, junto a un trozo de cebolla y una hoja de laurel. Troceamos los callos y la mano ya deshuesada. En cazuela de horno aparte, vertemos un chorro de aceite y salteamos el ajo, la cebolla, el puerro, el hinojo y la zanahoria. Cuando esté a medio pochar, añadimos los callos, los trozos de la mano de ternera y el tocino de jamón picado. Añadimos, primero, el calvados, a continuación, el vino de Madeira y, por último, la sidra, sin olvidar el bouquet garni. Aguantamos a fuego fuerte un par de minutos e introducimos la cazuela en el horno, a fuego moderado durante media hora.