lunes, 25 de agosto de 2014

“MOCHETAS CON BUTIFARRA”

La mirada de Francesc Marsinyach es una mirada que aún mantiene mucho de las primeras miradas, de aquellas que siempre acudían a la sorpresa, a la fascinación por lo desconocido. Tal vez por esto cuando en la Torre de Santa Caterina de Manresa me refirió esta historia aún podía verse en sus ojos aquella fascinación que le causaban las tardes en casa del Doctor Agustín Isanda, donde su madre acudía a realizar tareas de limpieza y él cada tarde de los jueves, tras pasar por la biblioteca del Carrer Guimerá, que ocupaba la primera planta del palacete en el que se encontraba la casa del doctor. En muchas de esas tardes el doctor le invitaba a pasar a su despacho y ahí se iniciaba todo un fascinante viaje a través de la memoria del doctor Isanda. Los años vividos por el doctor junto al emperador Haile Selasie, siendo su médico personal, algo que le parecía al niño de entonces, le sigue pareciendo hoy, algo realmente extraordinario; Ras Tafari al frente de ejércitos a caballo en la batalla de Maychew, defendiendo la vieja patria; el hijo de África descendiente del Rey Salomón y la reina de Saba, el mismo que anunció el profeta Isaias, "Que un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; sobre sus hombros el imperio, y su nombre será: Consejero admirable, Dios potente, Padre Eterno, Príncipe de la Paz..." (9v5). 
Historias que le parecían a Francesc deslumbrantes, como la de sus retiros a las montañas, donde hablaba con leones y leopardos bajo la sombra de las acacias, o su celebrada abolición de la esclavitud. También le habló el doctor del dolor que sintió El Negus por la muerte de su hija la princesa Romanework, presa en la Italia de Mussolini. A veces el Doctor habría un enorme álbum de fotos donde se le podía ver junto al Emperador, algo que a Francesc le parecía tan fascinante como las propias historias que el doctor le narraba. Fotografías de la vida en palacio o visitando lejanas tribus de los descendientes del respetado Rey David.
“Eran tardes de una enorme emoción”, me cuenta Francesc. En alguna de ellas el doctor le tomaba de la mano y casi a escondidas acudían a la cafetería Las Vegas, y allí en animada charla con el señor Quimet compartían unas monchetas con butifarra. Francesc ahora parece estirar la mirada hasta el numero 1 del Carrer Guimerá y, me dice, “ya solo queda la memoria, ni el Doctor Isanda, ni la antigua biblioteca de la Caixa habitan el viejo edificio modernista de Enric Sagnier”. Nos miramos y sin decir nada acudimos a Las Vegas, ya sin el señor Quimet, buscando consuelo en un Campari con agua de Seltz y media rodaja de naranja.



INGREDIENTES

½ kg. de judías blancas, 4 butifarras, 2 tiras de papada de cerdo, 2 dientes de ajo, 1 ramita de perejil, un chorrito de aceite de oliva.


ELABORACIÓN

Cocemos las judías, o bien podemos emplear unas embotadas de calidad.
En una sartén, con un chorrito de aceite, freímos la papada cortada en trozos. A continuación, sobre la grasa dejada por la papada, hacemos las butifarras, que pincharemos con un palillo para evitar que se nos abran. Una vez que la butifarra adquiera su punto, añadimos las alubias, que saltearemos con mimo para que no se nos rompan. En el último minuto del salteado añadimos la papada y las butifarras de modo que cojan igual punto de temperatura. Finalmente emplatamos decorando por encima con una picada de ajo y perejil y un chorrito de aceite de oliva virgen extra.


***Este es, creo, junto a la crema catalana y la escudilla, uno de los grandes platos de la gastronomía catalana que podremos encontrar en cualquier cafetería o bar de Cataluña. Se acompaña con cervecita o un vino del Pla de Bages.