domingo, 28 de julio de 2013

MIS PLATOS PARA EL RELENTE

                                               


                                              




Julio, después agosto y tras agosto, septiembre. Verano, y con el verano las sopas frías, los escabeches, las ensaladas, los pistos y siempre una sopa, una sopa caliente, la de tomate, que no sé por qué extraña alquimia resulta refrescante.
Esta sopa, la de tomate, llegaba a la mesa de mi madre en agosto, que es cuando maduran los tomates en el Valle del Jerte, también las uvas con las que siempre acompañábamos este refrescante plato.
Otro de los platos de las canículas de mi infancia, y de las de ahora, es el “piste”, así le dicen en El Torno al zorongollo, la ensalada de pimientos que surge de la delicada textura de los pimientos asados.


También en estos días de calores sofocantes acudíamos en casa de mi madre a los escabeches de agua. En ellos se maceraban las bogas, los barbos y alguna anguila que en aquellos años de mi infancia aún se veían remontando las transparentes aguas del Jerte.


De los fontarrones de la sierra llegaba la maruja, que se aliñaba con ajo, cebolla y vinagre, y que llegaba a la mesa cubierta de agua fresca recién manada. Agua también en los mojes de poleo, de ajo, de tomate, mojes también del suero que salía del esprimijo donde se asentaban los quesos de cabra.



Pero si hay un plato en la gastronomía torniega, del relente, que siempre celebramos es el de la ensalada de patatas fritas. Patatas fritas en rodajas, cebolla, ajo, chicharro en escabeche, huevo cocido, vinagre, agua y sal.