domingo, 12 de abril de 2015

EL MAQUINISTA DEL LUSITANIA EXPRES

Siete fueron las criaturas que trajo al mundo Severa Rever, cada una de ellas con su nombre bien diferenciado, no así los apellidos, ya que tan solo Severita, la primogénita, que había nacido de su matrimonio con el difunto Pascual Custodio, poseía el apellido del padre muerto, el resto había venido al mundo, según decía Severa Rever, en algún descuido con alguno de los pupilos de la pensión que regentaba en el madrileño barrio de Atocha y sus apellidos eran los Rever Oncina, los apellidos de Severa. En la pensión Rever, el menú se sabía de semana en semana, de mes en mes y hasta de año en año. Los lunes, sopa de picadillo y pescado rebozado; los martes, lentejas con chorizo y oreja; los miércoles, sopa de arroz y filetes de cerdo empanados; los jueves, macarrones con tomate y bacaladilla; los viernes, si era Cuaresma, potaje, y si no cocido completo; los sábados, arroz con pollo y los domingos, patatas con carne. Solo llegada la Pascua Florida se rompía la rutina en los fogones de la Rever. El domingo de Pascua, capón, que llegaba puntualmente por la Pascua Florida desde la aldea de su difunto esposo. Después, y ya pasada la Pascua, un día cualquiera, a la mesa llegaban unas untuosas y crujientes croquetas, según me cuenta Gonzalo Murania, pupilo de la Rever en sus años de universitario. Me dice también Gonzalo cómo un día su patrona, mientras elaboraba esas croquetas de capón, se entregó a uno de esos que ella decía “descuidos”, fue con un maquinista del nocturno Lusitania Express, que hacía la ruta Madrid-Lisboa. Era una tarde, comenta Gonzalo, en la que ya se anunciaba la primavera, cuando el maquinista entró en la cocina de la Rever buscando la tartera que siempre le acompañaba en sus recorridos, cuando se topó con Severa Rever, una Severa Rever que vestía una holgada bata blanca a medio abrochar, lo que dejaba asomar la insinuante voluptuosidad de unos senos generosos, que encendieron de pasión la mirada del maquinista. Aquel animal, prosigue Gonzalo, la tomó entre sus brazos alzándola hasta alcanzar la mesa donde hasta hacía un instante Severa Rever enharinaba unas croquetas de capón. “¡Frank, Frank, cabrón, más fuerte, más fuerte, Frank…!” De su memoria, de la memoria de Gonzalo Murania, estas croquetas de hoy.

CROQUETAS DE SOBRAS
INGREDIENTES

Sobras que pueden ser de cocido, de pollo, de gallina, de capón…, 100 g. de jamón picado muy fino, 1 l. de leche, 4 huevos -dos cocidos y dos crudos para el rebozado-, 1 cucharada de mantequilla, 100 g. de harina, 100 g. de pan rallado, 1 dl. de aceite de oliva Virgen Extra, ralladura de nuez moscada y sal.

ELABORACIÓN
El proceso se comienza haciendo una salsa bechamel -mantequilla, Maizena y leche-. Perfumamos la salsa con una mezcla de pimientas y con un toque de nuez moscada, la hacemos a fuego suave y removiendo constantemente.
Una vez que la salsa tiene el punto de textura deseado, le añadimos la mezcla de las sobras y el huevo cocido que, previamente, hemos triturado en batidora. Añadimos también el jamón picado muy fino, este sin pasar por la batidora.
Llegados a este punto dejamos reposar la masa un par de horas. Pasadas las dos horas ya podemos elaborar las croquetas. Una vez dadas la forma pasamos por harina, huevo y pan rallado, quedando listas para freír.