EL ESPIRITU DE LA
CAZZARIA
Muchas cosas eran las que se decían y aún se dicen en Traslasierra de
Mateo Carralda del Espíritu Santo y Andrade de Guzmán, muchas de ellas ciertas,
otras muchas fruto de la imaginación de las gentes de Traslasierra. Sí es cierto
que estudió derecho y que nunca ejerció la abogacía; también sabemos de su
pasión por la música y que eran muchas las noches que de la casa palacio de los
Carralda salía el llanto de un violín. Del mismo modo, somos sabedores de que
la polio se había ensañado con su pierna derecha. Se asevera que fue el
inductor del intento de robo del incunable “La Cazzaria ”, de Antonio Vignali,
que se encuentra en la Biblioteca Central
de la vieja Batalyaws, algo que cuentan que quedó en nada gracias a las
relaciones de su familia con los altos estamentos de la política y la justicia.
También se sabe que era un hombre solitario, que apenas salía de la casona
donde vivía con su ama de cría, Urbina. Cuentan que esta le servía la mesa con
un delantal negro como única indumentaria, dejando al descubierto sus
blanquísimas y enormes ubres de ama de cría. De él se dice, casi con espanto y
tras el rezo de algún rosario, que los domingos compartía con Urbina, su ama de
cría, un delicado vino de misa llegado de tierras reusenses y al que acompañaban
con untuosas mormenteras, fruto de un recetario benedictino. Cercanas ya las
dos de la tarde, y de aquí el espanto, Mateo se hacía servir un plato de ubres
de lechona primeriza en salsa de oporto y guarnición de higos pasos, que era traído
a la gran mesa del salón por Urbina, quien tras servir a Carralda ocupaba el
otro extremo de la mesa con sus senos al aire. Tomaba asiento y en silencio
acometía casi como en un ritual satánico la disección de las ubres de la
lechona primeriza. Tras el almuerzo, que concluía con dulces, café y
aguardiente viejo, Urbina tomaba la mano de Mateo, lo llevaba hacia el gran
ventanal y lo sentaba sobre sus piernas, lo acurrucaba entre sus senos y así,
como amamantándolo de nuevo, hacían la siesta.
Cada cuatro años, el 29 de febrero, el día del cumpleaños de Mateo
Carralda del Espiritu Santo y Andrade de Guzmán, a la mesa llegaba placenta de
vaca guisada según uno de los viejos recetarios que se guardaban en la
biblioteca de la planta principal. Ese día, cuentan, Mateo comía solo y desnudo
en la gran mesa y, tras el almuerzo, se retiraba al dormitorio que fuera de sus
padres. De rodillas, en medio de un gran charco de orín, lloraba desesperado
frente a un enorme retrato de su madre implorándole una y otra vez que le diese
unas figuritas de mazapán y que le dejase besar sus pechos.
FIGURITAS DE MAZAPÁN
INGREDIENTES:
ELABORACIÓN:
En un cuenco ponemos
la almendra molida, el azúcar, el agua, las claras de huevo y la ralladura de
limón. Amasamos hasta conseguir una masa dúctil y uniforme. Una vez conseguida,
tapamos con papel film y dejamos reposar durante dos horas. Tomando pequeñas porciones creamos distintas
figuras que situaremos en la bandeja del horno sobre un papel de hornear untado
con aceite de girasol. Ya con las figuras sobre el papel, batimos las yemas con
azúcar hasta que espumen y con un pincel napamos las figuras. Introducimos bajo
el glatinador durante un minuto con el horno
precalentado a 200º