“MOCHETAS CON BUTIFARRA”
La mirada de Francesc Marsinyach
es una mirada que aún mantiene mucho de las primeras miradas, de aquellas que
siempre acudían a la sorpresa, a la fascinación por lo desconocido. Tal vez por
esto cuando en la Torre
de Santa Caterina de Manresa me refirió esta historia aún podía verse en sus
ojos aquella fascinación que le causaban las tardes en casa del Doctor Agustín
Isanda, donde su madre acudía a realizar tareas de limpieza y él cada tarde de
los jueves, tras pasar por la biblioteca del Carrer Guimerá, que ocupaba la
primera planta del palacete en el que se encontraba la casa del doctor. En
muchas de esas tardes el doctor le invitaba a pasar a su despacho y ahí se
iniciaba todo un fascinante viaje a través de la memoria del doctor Isanda. Los
años vividos por el doctor junto al emperador Haile Selasie, siendo su médico
personal, algo que le parecía al niño de entonces, le sigue pareciendo hoy,
algo realmente extraordinario; Ras Tafari al frente de ejércitos a caballo en
la batalla de Maychew, defendiendo la vieja patria; el hijo de África
descendiente del Rey Salomón y la reina de Saba, el mismo que anunció el
profeta Isaias, "Que un niño nos ha nacido, un hijo se nos
ha dado; sobre sus hombros el imperio, y su nombre será: Consejero admirable,
Dios potente, Padre Eterno, Príncipe de la Paz.. ." (9v5).
Historias que le parecían a Francesc
deslumbrantes, como la de sus retiros a las montañas, donde hablaba con leones
y leopardos bajo la sombra de las acacias, o su celebrada abolición de la
esclavitud. También le habló el doctor del dolor que sintió El Negus por la
muerte de su hija la princesa Romanework, presa en la Italia de Mussolini. A
veces el Doctor habría un enorme álbum de fotos donde se le podía ver junto al
Emperador, algo que a Francesc le parecía tan fascinante como las propias historias
que el doctor le narraba. Fotografías de la vida en palacio o visitando lejanas
tribus de los descendientes del respetado Rey David.
“Eran tardes de una enorme
emoción”, me cuenta Francesc. En alguna de ellas el doctor le tomaba de la mano
y casi a escondidas acudían a la cafetería Las Vegas, y allí en animada charla
con el señor Quimet compartían unas monchetas con butifarra. Francesc ahora
parece estirar la mirada hasta el numero 1 del Carrer Guimerá y, me dice, “ya
solo queda la memoria, ni el Doctor Isanda, ni la antigua biblioteca de la Caixa habitan el viejo
edificio modernista de Enric Sagnier”. Nos miramos y sin decir nada acudimos a
Las Vegas, ya sin el señor Quimet, buscando consuelo en un Campari con agua de Seltz
y media rodaja de naranja.
INGREDIENTES
½ kg. de judías blancas, 4
butifarras, 2 tiras de papada de cerdo, 2 dientes de ajo, 1 ramita de perejil,
un chorrito de aceite de oliva.
ELABORACIÓN
Cocemos las judías, o bien
podemos emplear unas embotadas de calidad.
En una sartén, con un chorrito de
aceite, freímos la papada cortada en trozos. A continuación, sobre la grasa
dejada por la papada, hacemos las butifarras, que pincharemos con un palillo
para evitar que se nos abran. Una vez que la butifarra adquiera su punto,
añadimos las alubias, que saltearemos con mimo para que no se nos rompan. En el
último minuto del salteado añadimos la papada y las butifarras de modo que
cojan igual punto de temperatura. Finalmente emplatamos decorando por encima con
una picada de ajo y perejil y un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
***Este es, creo, junto a la
crema catalana y la escudilla, uno de los grandes platos de la gastronomía
catalana que podremos encontrar en cualquier cafetería o bar de Cataluña. Se
acompaña con cervecita o un vino del Pla de Bages.