Sopa de patatas. Este es un plato de larga memoria en aromas, sabores y
palabras. Imborrable el caldero colgando de las llares en casa de mi madre, mientras
la lumbre urdía el guiso. Imborrable también el Ventorro de la señora Rosario
en la carretera del Valle poco antes del cruce de Las Casas. Hasta allí acudía
en estos días de otoño buscando los viejos sabores del “almuerzo del pastor”,
una especie de chanfaina que la señora Rosario realizaba de forma magistral.
De
ese magisterio, sus extraordinarias sopas de patatas. Sopas que, en alguna
ocasión, compartí con mi inolvidable Joaquín Gallego, don Joaquín así le
llamábamos los amigos, un médico humanista y comprometido, con el que tuve el
privilegio de compartir muchas conversaciones al calor de platos ancestrales,
vinos de Jerte y aguardientes torniegos, que siempre nos reservaba la señora
Rosario.
No podemos hablar de una receta única cuando hablamos de un plato tan
tradicional como lo es esta sopa tan de la cocina casera y de subsistencia. La
que aquí os traigo es la que comíamos en casa de mi madre, de mis abuelas.
Patatas, un pimiento rojo, un pimiento seco, media cebolla, un tomate, un
diente de ajo, una ramita de perejil, una hoja de laurel, pimentón de La Vera , pan asentado, una
ramita de poleo, aceite, agua y sal…
Comenzaremos pelando las patatas y cortándolas en rodajas. Los pimientos
los partimos en trozos. La cebolla y los tomates los picamos en juliana. En una
cazuela ponemos un chorro de aceite, cuando esté caliente le añadimos las patatas
y los pimientos. Removemos. A continuación, añadimos la hoja de laurel, la
cebolla y el pimentón de La Vera ,
inmediatamente el tomate. Removemos durante un par de minutos rehogando el
guiso. A continuación, añadimos el agua hasta cubrir todos los ingredientes. Cuando arranca a hervir machamos el ajo y el perejil, y vertemos en la cocción.
En
cazuela aparte colocamos en su fondo unas finas rebanadas de pan y una ramita
de poleo. En esta cazuela verteremos el guiso de patatas, una vez que las
patatas estén blandas. Dejamos reposar un par de minutos y… a disfrutar.
Este es un plato al que yo siempre le añado una guindilla picante y que
me gusta acompañar con algún vino de pitarra tinto, de los que aún se pueden
encontrar en Jerte o El Torno.